COLÁS, LA GATA VIAJERA, A LA FUERZA...

No ha salido a nosotros, porque la verdad es que a esta gata viajar le gusta poco, pese a que la pobre no para. Ha desarrollado una intuición especial y cuando nos ve preparando maletas, disimuladamente, sin prisa, pero sin pausa, se va buscando un escondite, y allí se queda como quien no quiere la cosa y ni oye, ni ve, ni casi respira mientras la llamamos a gritos. Cuando por fin damos con su paradero, sale corriendo como una flecha y cuando al final la conseguimos coger empieza la serenata, miau, miau, miau, que parece que la estemos sometiendo a cualquier barbaridad, y todo porque Colás es muy casera, a ella que la dejen tranquilita, pero eso sí, no te vayas muchas horas que sino cuando vuelvas te monto un escándalo. Ni contigo ni sin ti. El caso es que este fin de semana Colás se ha ido fuera, al pueblo, a cambiar de aires, y por eso ha estado especialmente mimada, porque si la dejo me da pena y si me la llevo también por el sofocón de meterla en el coche con lo poco que le gusta, es una odisea y nos tiene amenizados todo el camino, que no sabíamos que sabía decir miau hasta que la enseñamos que hay más mundo que su manta y su trozo de sofá.